SANTA
ANA INSTRUYE A LA VIRGEN NIÑA (MURILLO – 1655)
Según el Protoevangelio
de Santiago,(apocrifo) Joaquín y
Ana (padres de la Virgen) eran una pareja acomodada, pero estéril.
Joaquín fue rechazado al llevar su ofrenda al templo por no tener
descendencia. Apenado, Joaquín no volvió a su casa, sino que se
dirigió a una montaña, donde rogó a Dios que le diera un hijo
ayunando
durante 40 días y 40 noches; Ana, mientras tanto, lloraba su dolor.
Entonces un ángel se les apareció simultáneamente, anunciando que
sus ruegos habían sido escuchados y que concebirían un hijo.
Ana prometió dedicar al niño al servicio de Dios y
cumplidos los nueve meses dio a luz a una niña a la que llamó
Miriam (María). Al cumplir los tres años, Joaquín y Ana llevaron a
María al templo para consagrarla a Dios como habían prometido.
María vivió en el templo hasta que cumplió los 12 años, edad en
la que fue entregada a José como esposa.
Obra
del pintor Louis Jean François Lagrenée - (1669)
Eros
y Psique protagonizan una de las más bellas y tiernas historias de
la mitología griega. La maravillosa historia, —narrada
por una anciana con la intención de mitigar los temores de una
jovencita a quien el destino había preparado funestos sucesos—,
quedó inmortalizada en "Las Metamorfosis" de Apuleyo, o
también conocida como el "Asno de Oro" de Apuleyo, única
novela latina completa que se conserva, que fue creada por el
escritor romano más importante del siglo II a. C. Lucio Apuleyo (125
d. C.-180 d. C) como una adaptación de un original griego. La
preciosa historia cuenta que Psique era la menor y más hermosa de
tres hermanas hijas de los Reyes de Anatolia (Turquía). A pesar de
que sus dos hermanas mayores poseían gran atractivo y estaban bien
proporcionadas, su belleza no podía compararse ni de lejos con la de
Psique. La muchacha era tan bella, que provocó los celos de la
mismísima Afrodita (Venus), la Diosa de la belleza y el amor. Para
vengarse de su competidora, Venus ordenó a su hijo alado Eros
(Cupido, hijo de Ares, Dios de la guerra), que visitara a la joven y
le clavase una flecha maligna que la hiciese enamorarse del hombre
más feo, cruel y detestable del inframundo. Para cupido (el dios del
amor), un trabajo de este tipo era coser y cantar.
A
pesar de que sus hermanas poseían una discreta belleza, éstas ya se
habían casado. Sin embargo, Psique, la más bella entre las bellas,
que había alcanzado una enorme fama mucho más allá del reino, y a
la que todos contemplaban, todos admiraban, todos adoraban, y echaban
flores por donde quiera que pasara, nadie le pedía matrimonio. El
padre de Psique, preocupado y en la desesperación por ver a su hija
soltera a pesar de su belleza, consultó el oráculo que Apolo
(fundador de la ciudad) tenía en Mileto. La respuesta no presagiaba
nada bueno para la joven, ya que el oráculo predijo que el rey
tendría que subirla a la roca del monte más alto y una vez allí,
un ser oscuro, despiadado, y horrible que solía vagar por el cielo
se la llevaría para siempre. De modo que el padre (el rey de
Anatolia), muy a su pesar y haciendo caso al oráculo, subió a
Psique a la roca más alta que pudo encontrar. Llorando y temblando
de miedo por saber el triste final que le esperaba, de
Rapto de Psique- (William Adolphe) repente Psique
sintió una suave brisa de poniente que la despegó del suelo y se la
llevó plácidamente hasta un valle de césped florido. Se trataba de
Cupido, (Eros el dios del amor), quien después de llegar a la roca
donde ésta se encontraba, siguiendo las órdenes de su madre
Afrodita (Venus), —pero herido por sus propias flechas—, se
enamoró locamente de ella llevándosela a un precioso castillo donde
la visitaba cada noche.
Después
de conocer su nuevo y acogedor hogar, Cupido le advirtió a Psique
que nunca podría ver su rostro, ya que si descubría el secreto,
éste se marcharía para siempre y nunca más volvería a verlo.
Cupido visitaba a Psique todas las noches, y allí vivían grandes
momentos de amor apasionado. Con el tiempo, Psique empezó a echar de
menos a sus hermanas, por lo que pidió a su amado monstruo que le
dejase verlas, pero éste siempre se negaba. Más tarde, sus hermanas
se enteraron de la historia de Psique. ¿Como va a ser que nuestra
hermana no conoce el rostro de su esposo?, se preguntaron. Si no
quiere revelar sus rasgos físicos es porque será un ser horrible y
tremebundo, un monstruo en toda regla. Después de mucha insistencia,
amenazas y disputas, Cupido finalmente aceptó, pero le advirtió a
Psique que sus hermanas intentarían separarles. Al llegar al
maravilloso Castillo, sorprendidas por ver la vida tan agradable y
placentera que llevaba, el lugar contaba con habitaciones de mármol,
piedras preciosas y todo lujo de detalles, se sintieron tan
desdichadas debido a sus peores vidas que en su envidia, idearon un
plan para desenmascarar a su amado monstruo. Al regresar al reino
ocultaron todos los privilegios que poseía su hermana y siguieron
con sus llantos y suspiros, ya que se suponía que Psique estaría
muerta o por lo menos aún desaparecida.
Al
alba Eros abandona a Psique. (obra de François Edouard Picot)
Una
noche, siguiendo con esmero el plan ideado por sus hermanas, éste
consistía en guardar una navaja bajo la cama con la intención de
degollar al monstruo mientras dormía, Psique, movida por la
curiosidad, se acercó al lecho de amor con una lámpara de aceite.
Lo primero que vio fue un arco y un carcaj de flechas delante de la
cama. Como quería mirar y curiosearlo todo, cogió una de las
flechas y en un descuido se pinchó con su afilada punta, lo que
provocó irremediablemente que se enamorase de Cupido. En su afán
por ver más de cerca a su ahora eterno amado, (al final y para su
sorpresa, afortunadamente no se trataba de un monstruo sino nada
menos que de Cupido, el dios del amor), de repente, una mala suerte
hizo que cayeran unas gotas de aceite sobre su hombro, y éste,
dolorido, despertó. Sintiéndose traicionado, (Cupido había sido
descubierto), huyó emprendiendo el vuelo no sin antes reprender a
Psique por no haber cumplido el trato acordado, quien se quedó
aturdida y perpleja en el suelo por el desastre ocurrido. Entonces,
una gaviota informó a Venus del estado de su hijo y también del
abandono que todos sufrían tanto de Venus como de Cupido. Estoy
segura de que mi hijo anda envuelto en amores, dijo Venus enfadada.
¿Cómo se llama la joven?, preguntó al ave. No estoy segura, pero
creo que se llama Psique. Al conocer la noticia, Venus visitó a su
hijo, quien se hallaba malherido y sufriente. Después de curarle las
heridas, le juró a Cupido que Psique pagaría por ello.
Psique ve
y despierta a Eros (Louis Jean François Lagrenée)
Después de apresarla,
entre insultos, maltratos y vejaciones, Venus (la Diosa de la
belleza) sometió a Psique a diversas pruebas que debía superar si
quería volver a ser libre y recuperar a Cupido. Después de los
acontecimientos, Venus (Afrodita) había perdido un poco de
atractivo, la última prueba que le impuso consistía en bajar al
infierno con un jarrón para llenarlo de un poco de hermosura de
Proserpina (la diosa del Infierno) con la estricta prohibición de no
abrirlo. Al pensar que moriría en el infierno, Psique subió a una
torre muy alta para suicidarse, pero ésta (la torre), le aconsejó
que no lo hiciera y de entre muchos de los consejos que le dio para
volver a casa sana y salva, le dijo que bajo ningún concepto se le
ocurriera abrir el jarrón. Así pues, después de abandonar su idea
suicida, Psique partió su camino hacia el infierno para reunirse con
Proserpina.
Después de conseguir su
objetivo, y mientras regresaba, una gran curiosidad hizo en ella que
finalmente lo abriera. Cómo el jarrón no encerraba la hermosura de
Proserpina, sino un sueño infernal, bastante parecido a la muerte,
Psique cayó al suelo como muerta. Cupido, ya recuperado de sus
heridas y en el afán por recuperar a su amada, la buscó sin cesar
hasta encontrarla. La escultura de Cánova representa el momento "en
que Eros (el amor) acude a despertar a Psique (el alma), del profundo
sueño en el que había quedado sumida tras haber abierto el jarrón
que le había entregado Proserpina, la diosa del Infierno, mujer de
Plutón".
Psique
reanimada por el beso de Cupido (Antonio Cánova)
Antonio Cánova
(1757-1822), el mejor escultor de su tiempo, máximo exponente de la
escultura neoclásica, hizo varias versiones de Eros y Psique, y
entre ellas, la que se exhibe espléndida en el Louvre, como su
versión magistral. La obra fue realizada por encargo del
coleccionista de arte John Campbell (Lord Cawdor), con la intención
de que decorase su casa particular. Más tarde, después de ser
robada de su emplazamiento original por el General Murat, llegó a
manos de Napoleón, quien después de conocer tal bellísima
creación, no dudó un segundo en convertirse en el principal mecenas
del artista. Debido a su plasticidad, perfección y belleza, la obra
se convirtió de inmediato no sólo en una de las obras más
importantes del Neoclasicismo, sino también en una auténtica obra
maestra de todos los tiempos. A pesar de que el mármol es un
material pesado, la bella escultura posee una gran ligereza. Ésta,
queda representada por los dos personajes mitológicos, Eros
(Cupido), el Dios del amor, y Psique, (la mente humana), que más
tarde será convertida en la Diosa del alma.
Detalle del
jarrón que Venus dio a Psique
Detalle del jarrón
-representado por Cánova- que Venus había hecho llevar a Psique al
infierno para llenarlo de la hermosura de Proserpina, y que
finalmente, debido a su gran curiosidad, abrió, quedando sumida en
un sueño casi mortal. Afortunadamente, su amado Cupido acudió en su
búsqueda para rescatarla.
Vertumno (la anciana) persuade a Pomona (François Boucher -1741)
Pomona,
diosa romana de la fruta, arboles, jardines y huertas, fue pretendida
por todos
los dioses campestres y no dio oídos a ninguno. Además les
prohibió la entrada en sus dominios cercando con altos muros sus
jardines. Pero Vertumno, Dios del cambio de las estaciones no se
resigno a tal desprecio. En vano se transformo en labrador, viñador,
segador, pastor y mil disfraces sin conseguir acercarse y hablarle.
Finalmente se convirtió en una mujer anciana, y con este aspecto
logro ver a Pomona y hablar con ella.
Le
contó la historia de amor de Anaxarete, princesa amada en demasía
por el joven humilde Ifis, tanto que acabo quitándose la vida por el
dolor que sentía del rechazo de la princesa, y antes de morir pidió
venganza a los Dioses. Afrodita, (Diosa del amor) para complacerlo,
transformó a Anaxarete en una estatua de piedra, mientras estaba
mirando por curiosidad los funerales del desgraciado muchacho..
La
elocuencia de Vertumno conmovió y persuadió a Pomona. Entonces
Vertumno recobro su forma primitiva y Pomona se avino a tomarle por
esposo.
Que
viene por la calle, que viene/ Como de espuma o pluma, o nieve ilesa/
Tan azucenamente pisa y pesa/ Que solo un soplo de aire le sostiene./
Otro milagro ¿ves? Él, que no tiene ni tamaño ni limites, no cesa/
Nunca le recreamos la sorpresa/ Y ahora, en un aro de aire se
contiene/ Se le rinde el romero y se arrodilla/ Se le dobla la palma
ondulante/ Las torres en tropel, campaneando/ Dobla tu también y
rinde la rodilla, hombre/ que viene Cristo caminante/- Poco de pan,
copo de pan.. PASANDO. (Raul Berzosa)
Custodia portátil de Granada donada por la reina Isabel la Católica que usaban en las misas de campaña en la guerra de Granada (1482-1492). En 1535 El platero Diego de Valladolid tuvo que soldarla y repararla entera. Pero sera en 1565 cuando el orfebre y platero Francisco Téllez (discípulo de Diego de Valladolid) la dotaría del aspecto actual..
Custodia de la catedral de Valladolid obra del genial artista orfebre y platero Juan de Arfe
En
la Plaza de San Miguel Bajo, se le conoce así por las lañas de
hierro que sujetan sus piernas y brazos. El Cristo fue arrastrado y
destruido por los soldados republicanos cuando estalló la Guerra
Civil, pero los vecinos ocultaron los fragmentos en sus casas y más
tarde lo reconstruyeron con grapas, y desde entonces se le llamó, el
Cristo de las Lañas. Hace algunos años se ha restaurado y las lañas
se han conservado, para que no pierda su esencia, pero las lañas de
hierro se han sustituido por acero inoxidable. La cruz está
protegida por una verja de hierro.
La
leyenda de la dama blanca
------ LA CASA CASTRIL
En la fachada del edificio se puede
observar un balcón ciego construido de forma que hace esquina, sobre
este balcón se puede leer la inscripción : “Esperando la del
cielo”, frase alrededor de la que gira la historia de la Dama
Blanca de la casa de Castril. El nuevo señor de Castril,
Hernando de Zafra, heredero del antiguo secretario de los Reyes
Católicos, era viudo y con él vivía su única hija Elvira de
apenas dieciocho años de edad y gran belleza. Para preservar la
honra de su hija, Elvíra permanecía encerrada en palacio día y
noche, aunque eso no la impidió enamorarse de Don Alfonso
Quintanillo, joven apuesto perteneciente a otra familia de gran
linaje de la ciudad pero enemistada con los Zafra. Los amantes
contaban con la complicidad y ayuda del capellán de la Casa de
Castril, el padre Antonio, además de la de un paje más joven que
ellos que hacía de intermediario de sus mensajes de amor.
Según la leyenda, una noche Elvira
estando acompañada del inocente paje leyendo una carta de su amado
en la que éste le proponía matrimonio, entre suspiro y suspiro
Elvira acariciaba inocentemente los rizos del cabello del joven paje.
Tan ensimismada se hallaba que no escuchó a su padre entrando en la
habitación y éste al ver a su hija en tan íntima postura, creyó a
su hija deshonrada por un insignificante criado, cegado por la ira
mandó a uno de sus criados que lo colgara allí mismo, en el balcón
que hace esquina en la fachada. El joven paje alegando inocencia
clamaba justicia y clemencia al señor de Castril, el cual mientras
miraba cómo sus criados colgaban al inocente paje le decía: “Pide
cuanta justicia quieras. Ahí ahorcado puedes estar esperando la del
cielo cuanto tiempo te plazca”. Dicho esto, el señor de Castril
ordenó tapiar el balcón. A partir de entonces la joven
sufrió un encierro aún más severo, tanto que al final terminó
acabando con su vida.
Si hay una sala considerada
especialmente misteriosa en el Museo Arqueológico es la zona del
piso superior en la que según la leyenda estaban las habitaciones de
Elvira y el balcón que fue cegado. De esta sala se dice que vaga por
ella una extraña mujer que porta una vela, la Dama Blanca. Se
asegura también que cuando se recorre en solitario la sala, puede
notarse el aliento del “Togado de Periate”, una escultura que
preside dicha sala y que en determinados momentos parece vigilar con
su mirada de bronce a quien pasea a su lado.